Revista: Atlante. Cuadernos de Educación y Desarrollo
ISSN: 1989-4155


MASCULINIDADES HEGEMÓNICAS. UNA MIRADA DESDE LA JUVENTUD

Autores e infomación del artículo

Isabel Reinoso Castillo*
Centro Universitario Municipal “Hermanos Saíz Montes de Oca”

Natalia Teresa González Vinent**
Centro Universitario de Baracoa

Greter Suárez Roján***
Instituto Superior Politécnico José Antonio Echevarría

isarec@upr.edu.cu

Resumen:
Es muy frecuente que las personas identifiquen como sinónimos sexo y masculinidad, la masculinidad se construye en el proceso de socialización del individuo, que comienza con el nacimiento y se extiende durante toda su vida. Los estudios de masculinidad no pueden realizarse dejando al margen la feminidad porque  son relacionales y si se realizan de esa manera serían incompletos. Tanto la masculinidad como la feminidad son construcciones socioculturales, las que están en correspondencia con la enseñanza que recibe el individuo desde la infancia.

El presente artículo tiene como objetivo esencial reflexionar acerca de la percepción que tienen un grupo de jóvenes, estudiante de nivel medio superior y superior en cuanto a la masculinidad; cuyas edades están comprendidas entre 18 y 27 años. Se utiliza la entrevista grupal, a partir de un taller de participación para la recolección de la información, constatándose en una parte de los/las jóvenes criterios progresistas, abiertos, flexibles, rompiendo con las concepciones tradicionales y costumbres patriarcales, mientras en el otro grupo se encuentran concepciones conservadoras que reproducen los estereotipos de masculinidad que históricamente han sido concebido por la cultura patriarcal, concepciones androcentristas, modelos sexistas, donde perduran viejos patrones culturales tradicionales acerca de la masculinidad.
Palabras Claves: masculinidad, masculinidad hegemónica, cultura patriarcal, roles de género, estereotipos.

Summaries:
It is very frequent that the peoples identify as synonymous sex and masculinity, the masculinity it builds in the process of socialization of the individual, that begins with the birth and it extends during all your life. The studies of masculinity can be carried out by leaving to the margin the femininity because are to relate you and if carry out in this way are incomplete. So much the masculinity as the femininity is constructions socioculturales, those who it are in correspondence with the teaching that receives the individual from the infancy.

The present article as main objective have reflect about the perception that have a group of youthes, student of level intercede superior and superior as for the masculinity; whose ages are understanded between 18 and 27 years. It uses to him the group interview, as of a workshop of participation for the collection of the information, by verifying  in a part of the/the young progressive, open, flexible criterions, breaking with the traditional conceptions and patriarchal customs, while in the other group find conservative conceptions they reproduce the stereotypes of masculinity that historically have been conceived for the patriarchal culture, |androcentristas| conceptions, model |sexistas|, where last old cultural traditional owners about the masculinity.
Code words: masculinity, |hegemónica| masculinity, cultivates patriarchal church, veer around genre, stereotypes.



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Isabel Reinoso Castillo, Natalia Teresa González Vinent y Greter Suárez Roján (2016): “Masculinidades hegemónicas. Una mirada desde la juventud”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (noviembre 2016). En línea:
http://www.eumed.net/rev/atlante/2016/11/masculinidad.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/atlante1611masculinidad


Introducción:

Los primeros estudios sobre masculinidad fueron incorporados al debate  científico  a finales   de  los  años   sesenta  e   inicios  de  los  setenta del pasado siglo XX,  siendo iniciadores los norteamericanos, siguiendo estos pasos encontramos a los británicos y nórdicos.
Para Fredy Hernán Gómez, (2002) se pueden expresar tres causas por las cuales se iniciaron los estudios sobre masculinidad, inicialmente en países anglosajones. La primera, la incidencia de los movimientos feministas y movimientos sociales de mujeres que cuestionaron (y aún cuestionan) el papel de los hombres y de las mujeres en el patriarcado. La segunda, la observación de situaciones que se empezaron a denominar como “crisis de la masculinidad”, las cuales comenzaron a tener incidencias importantes en los desarrollos económicos y en perfiles particulares frente a los estados de salud de la población masculina, entre otros aspectos. La tercera, la emergencia de los estudios de género y la articulación de distintas disciplinas del conocimiento y áreas del desarrollo social en el diseño de políticas y programas, que implicaron la necesidad de incluir a los varones.
A partir de estas consideraciones, constituyen los movimientos feministas y de mujeres bases importantes para los estudios de género por cuanto ellas en su lucha enarbolan la reivindicación de las mujeres y el logro de la equidad de género.
En América Latina, los estudios de las masculinidades inician una década después (Viveros 1997). Hacia los años ochenta, la poca visibilidad de la perspectiva del varón en los estudios sobre las mujeres y su homologación universal con lo humano, fueron aspectos que, desde una perspectiva, iniciaron grupos de reflexión en los que socializaban (y aún lo hacen) inquietudes sobre aspectos existenciales, particularmente referidas a sus identidades como varones, al cuestionamiento o incertidumbre acerca de sus roles y de sus lugares en la vida social y personal.
En Cuba estos estudios se iniciaron más tarde, en la segunda mitad de la década de los noventa, del siglo XX. Pioneros/as en este ámbito fueron las investigaciones de Patricia Ares (Universidad de la Habana), Ramón Rivero (Universidad de Villa Clara “Marta Abreu”), María Teresa Díaz  (CENESEX),  y Mayda Álvarez, (Centro de Estudios de la FMC).Ares y  Rivero enfocaron sus estudios al tema de la paternidad, Díaz y Álvarez orientaron los suyos a la sexualidad y la construcción social de la masculinidad. (González, 2005:89)

Con la salida de la mujer del ámbito privado y su posibilidad de acceso al mundo público, así como a otras actividades sociales y económicas, se han ido modificando ideas y costumbres tradicionales de masculinidad hegemónica, que han sido trasmitidos a las nuevas generaciones de cubanos y cubanas, por tal motivo es preciso continuar preparando a las nuevas generaciones para desmontar creencias y criterios machistas y dotarlos de una conciencia de género para  realizar un vuelco en la cultura patriarcal, con el propósito de romper con las concepciones heredadas del pasado.

 El presente artículo tiene como propósito esencial reflexionar acerca de la percepción de un grupo de jóvenes acerca de las masculinidades, del municipio de Consolación del Sur, en la provincia de Pinar del Río, Cuba, muchachas y muchachos, estudiantes de nivel medio superior y superior, de edades comprendidas de 18 a 27 años , apoyada en el estudio de la bibliografía actualizada y de otros documentos y materiales consultados, que fueron considerados de gran importancia para el tratamiento de la temática, constatándose en una parte de los/las jóvenes existen criterios que son más democráticos, abiertos, flexibles, rompiendo con las concepciones tradicionales y costumbres patriarcales, mientras en el otro grupo se reproducen concepciones androcentristas, modelos sexistas, donde perduran viejos patrones culturales tradicionales acerca de la masculinidad.

Desarrollo:
Los debates acerca de los estudios de género evidencian que a lo largo de la historia se han ido acumulando conocimientos, que muestran que la vida social está compuesta por hombres y mujeres, para quienes la sociedad y la cultura dictan un conjunto de normas y prescripciones diferentes sobre el comportamiento femenino y masculino.

Cada cultura establece un conjunto de prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales donde se le atribuyen características específicas a mujeres y hombres. Mediante el proceso de socialización y construcción del género, la sociedad establece las normas de lo que es “propio” para los hombres y las mujeres, de lo que se supone que le “pertenece” a cada sexo, de esta manera se va construyendo la femineidad y la masculinidad.

Coincidimos conHardy, E. & Jiménez  A. L, cuando refiere que “La familia, la escuela, los medios de comunicación y la sociedad en general le enseñan explícita e implícitamente la forma en que debe pensar, sentir y actuar como “hombre”. Por ejemplo, no puede llorar, debe ser fuerte, no debe mostrar sus sentimientos, no puede tener miedo, y debe ser viril. Estas enseñanzas comienzan a afectar la forma cómo el niño se relaciona consigo mismo y con los demás. (Hardy & Jiménez, 2001)

El ser humano es resultado del proceso de socialización, mediante el cual se incorporan símbolos, valores, estereotipos de género, que se asignan y establecen en cuanto a la manera de comportarse del hombre y la mujer en cada sociedad, de esta forma se va construyendo la identidad masculinidad y la identidad femenina a partir de deberes y prohibiciones, es una construcción social que va a los roles y funciones asignados a lo masculino y lo femenino, así se van construyendo también las desigualdades entre los sexos y lo que ha generado la división entre el ámbito privado, que se identifica con  lo femenino y el ámbito público asociado al mundo de lo masculino,  se considera a la mujer como la única responsable de la educación y cuidado de los hijos, así como, de las tareas domésticas, de esto se infiere que la masculinidad es una construcción sociocultural y por tanto pueden cambiar los criterios que entorno de ella se entretejen.

La cultura patriarcal ha impuesto un androcentrismo donde el varón tiene  mayor ventaja, al erigirse como centro, lo que trae consigo una ausencia de justeza hacia la mujer, lo que explica que durante décadas los estudios de género estuvieran centrados en las investigaciones acerca de la problemática de la mujer, al ser la discriminada, mientras los estudios sobre masculinidad quedaron un poco más rezagados.

Las sociedades patriarcales han generado concepciones y prejuicios tradicionales que encontramos presentes en la actualidad, donde se ha estereotipado a la mujer con esquemas que la caracterizan como débil e inferior y al hombre se le atribuyen características vinculadas con la fortaleza y superioridad, proveedor del hogar.

 “La virilidad o masculinidad, en tanto rol asignado, está determinada por un conjunto de cualidades, sentimientos, actitudes y pautas de comportamientos culturalmente aceptados y legitimados al proceso de ser hombres” (Ares,  2001: 32)

Los autores del artículo coinciden con lo planteado por Patricia Arés, en tanto podemos aseverar que las condicionantes culturales y económicas le han asignado funciones diferentes a hombres y mujeres, diseñando lo que es “propio” para el género masculino.

Esto demuestra que desde el nacimiento preparamos de formas diferentes a hembras y varones mediante el proceso de socialización para su futuro desempeño como adultos. En la institución familiar se socializa para la división sexual del trabajo y su reparto de roles. En el seno familiar aprenden el significado de lo femenino y lo masculino y los atributos de la identidad de cada uno. (Hernández, I. 2014, p. 15)

La socialización diferente ha estado dirigida hacia la enseñanza de la masculinidad y la feminidad, se va transmitiendo lo que se considera propio y exclusivo de cada uno de los sexos, cada sociedad decide qué tareas son de competencia de varones y serán por tanto consideradas masculinas y cuáles corresponden a las mujeres, que son concebidas como femeninas.

      La masculinidad hegemónica se va construyendo sobre la base de ciertos mitos y creencias, entre las que se destacan aquellos que consideran que el hombre es superior a la mujer física
      intelectualmente y por eso son inferiores a ellos,  la mujer ha sido considerada durante siglos     como un ser débil, de segunda categoría, mientras que al hombre se le atribuyen cualidades relacionadas con el poder, la fuerza, virilidad, aunque esto de cierta manera va teniendo en los momentos actuales una mirada diferente en los jóvenes, asumiendo otros patrones culturales.

  En tal sentido se debe considerar lo planteado por González, J.C, al señalar:

“(…) es importante definir lo que estamos haciendo en los estudios de masculinidades, los cuales son de reciente inserción en la inmensa mayoría de los países de América Latina. En los últimos veinte años solo un pequeño por ciento de los hombres en el mundo se ha relacionado con los llamados movimientos de varones, teniendo una mayor aceptación en los países occidentales.
Las  estrategias de estos grupos (…) tiene en el fundamentalismo machista su base de reivindicación, exhortando a los hombres a perpetuar los roles tradicionales de discriminación contra las mujeres. Se oponen a todo hombre alejado de la imagen tradicional de masculinidad hegemónica, la cual no admitirá ninguna deformación de la misma. Su lucha se extiende contra los derechos de los homosexuales, los inmigrantes y cualquier otra manifestación que ellos consideren deformadas” (González, 2005: 88-89)

      Según esta concepción, el hombre tiene que asumir ciertos patrones  culturales que se han convertido en demandas inviolables; en función de lo que la sociedad le ha impuesto y espera de él como varón: ser proveedor de la familia, tener éxito, no mostrar debilidad, no puede llorar, no debe demostrar ternura, debe ser rudo, no debe tener miedo, de manifestarse contrario a esas normas y reglas será tildado como flojo, marica, homosexual, femenino, por lo que será rechazado por su grupo de iguales y por la sociedad,  tiene que reprimir la manifestación de la expresión abierta y sincera de los sentimientos.

      El modelo tradicional de masculinidad, es aquel que le da una jerarquía de poderes y autoridad  a los hombres por encima de las mujeres, a ser socialmente más valorizados, cuyos rasgos, características o atributos esenciales son: ser exitosos, valientes, violentos, racionales, inteligentes, viriles, fuertes, a tener altos rendimientos en las actividades deportivas que realiza, no demostrar temores: “ser hombres a toda costa”, estos estereotipos construidos socialmente, llevan a la demostración de masculinidad, aunque ello afecte su salud  por cumplir con lo pautado por la sociedad para ellos.

        De esta manera la masculinidad hegemónica promueve una posición de superioridad masculina y de subordinación de la mujer, donde el varón se convierte en el centro del poder, del quehacer  y del saber en la sociedad.

     En Cuba esta masculinidad hegemónica se traduce como machismo, que se construye desde la infancia en el proceso de socialización primaria que lo constituye la familia, donde se le exige al varón cumplir con las demandas sociales.

       “El  machismo  es el  término  con que  se  acuña  la  hiperbolización de la masculinidad y pone al  macho,  entiéndase  al  hombre,  como   centro   del   universo. Utilizado   muchas   veces en  contraposición del Feminismo, este conjunto de ideas socio-ideológico-culturales se ha encargado de preservar la hegemonía masculina como centro del poder” (González, 2005: 18-19)
De acuerdo con estas consideraciones que desde el punto de vista teórico existen, donde juega un papel fundamental la socialización de la masculinidad entre los jóvenes, se realizó un taller de participación con 22 jóvenes universitarios, (12 del género femenino y 10 del masculino), en el municipio de Consolación del Sur, en la provincia de Pinar del Río, Cuba, comprendidos entre las edades de 18 a 27 años; con el propósito de determinar sus percepciones acerca de las masculinidades hegemónicas; para ello se realizó un taller de participación.
La actividad se desarrolla a partir de tres subgrupos de trabajo: uno integrado por muchachos, el segundo integrado por muchachas y muchachos y un tercero que lo conformaron muchachas.
El primer subgrupo realizó un análisis sobre el significado de ser hombre;
Los jóvenes perciben en los hombres cualidades relacionadas con la fortaleza, habilidades e inteligencia; además consideran que el hombre en todo momento debe ser rudo, firme en sus convicciones, no debe tener momentos de debilidad, ni flaqueza, no debe mostrar miedo a nada ni ante nadie, el hombre es el proveedor o sustento económico del hogar, quien debe controlar sus emociones y no demostrar sus sentimientos con facilidad.

Desde este análisis podemos inferir que de igual forma que ha sucedido con las mujeres, en la construcción de la identidad de los hombres, están presentes los estereotipos que definen la masculinidad y los vincula con la fuerza, proveedor por excelencia, la mutilación de la expresión de sus emociones, la heterosexualidad como orientación sexual aceptada socialmente, asociada con la cultura del falo, la inteligencia, la cultura androcéntrica que lo coloca en el centro del poder. (Hernández I, 2014: 31)

En este subgrupo se refuerza lo que la cultura ha construido señalando que los hombres no deben llorar, deben ser rudos, viriles, etc. Esa represión de expresar espontánea y abiertamente las emociones afecta la salud física y mental del individuo al querer demostrar en todo momento las cualidades que para ellos se han concebido, porque de mostrar lo contrario serían considerados como flojos o femeninos.

Como expresa Fredy Hernán Gómez, La represión de las emociones, característica importante en la construcción social de la masculinidad, atraviesa todas las etapas de la vida de los varones. Cuando niños aprendemos a soportar el dolor bajo el lema permanentemente repetido por los adultos "los hombres no lloran” y tratamos de aprender a reprimir nuestros afectos para diferenciarnos de las niñas; pasando por la adolescencia y juventud cuando, a diferencia de las mujeres, evitamos amistades de mayor intimidad con otros muchachos y preferimos los grupos. Mientras ellas se pueden expresar afecto, nosotros difícilmente le decimos a un amigo que lo queremos. La única forma autorizada de tocar el cuerpo de otro hombre es a través de golpes y violencia. 
Todo lo expuesto líneas arriba, estaría demostrando que la masculinidad es un concepto relacional puesto que ya no se define más que en relación con la feminidad. Badinter (1993), citando a Kimmel (1987), menciona que masculinidad y femineidad son construcciones relacionales, aunque el "macho" y la "hembra" pueden tener características universales, nadie puede entender la construcción social de la masculinidad y la feminidad sin que una haga referencia a la otra. Lejos de ser pensada como un absoluto, la masculinidad, atributo del hombre, es al mismo tiempo relativa y reactiva. De tal .modo que cuando cambia la feminidad -cuando las mujeres redefinen su identidad - lógicamente la masculinidad se desestabilizará.
Coincidiendo con lo planteado por estos autores podemos reafirmar dicha expresión cuando vemos que hoy en día la masculinidad hegemónica está sufriendo un vuelco y todo ello a raíz de la salida de las mujeres del mundo privado y su entrada a la esfera extradoméstica, donde ya el hombre deja de ser el único proveedor económicamente de la familia.

Lo interesante de este subgrupo se manifiesta en que conjuntamente con estas concepciones tradicionales, que los jóvenes le atribuyen al significado de ser hombre, hay otros que consideran que el hombre es débil en ocasiones, quiere decir que ya hay una apertura a rasgos que antes no se consideraban propios del varón.

Sin embargo, en este momento se está hablando de una crisis de la masculinidad a causa de los cambios ocurridos en el campo cultural, económico y social; parte de estos cambios lo constituye la liberación y mayor integración de la mujer en el espacio público (Figueroa & Liendro, 1995. Citado por Hardy & Jiménez: 85)
 
El subgrupo integrado por  muchachas y muchachos reflexionó en torno a los temas que se debaten entre los hombres y al mismo tiempo sobre quiénes son más exitosos en los deportes.

  Entre las ideas debatidas se destaca que los hombres se socializan más a través de temas  como el deporte.

El deporte, particularmente, juega un papel fundamental en la socialización de la masculinidad entre los jóvenes. Se intuye que un joven con dotes para el deporte estará más preparado para enfrentar la vida. (González, 2005, pág.90-91).
   
Además según estos jóvenes entre los hombres se conversa sobre mujeres porque uno de los atributos que debe caracterizarlos a ellos es ser mujeriegos, por eso tienen que hablar sobre sus expectativas y las experiencias que han tenido con mujeres para compartirlas entre el grupo de iguales, porque tienen que dar pruebas de su masculinidad, al demostrar que son hombres heterosexuales.
 Ellas/os manifiestan que otro tema de debate entre los hombres es el de la sexualidad; algo que llamó la atención en el taller fue que en el debate individual del subgrupo las muchachas que integraban el equipo no se expresaron mucho en este sentido.

Algo que se destaca en las respuesta de este subgrupo fue que la homofobia es un elemento que se mantiene en el imaginario individual y colectivo de muchachas y muchachos, aunque en el debate se pudieron constatar criterios divergentes porque hubo quienes expresaron que es necesario respetar la diversidad sexual y no podemos sancionar ni criticar a alguien porque exprese manifestaciones diferentes a la de su sexo.
Se constatan opiniones diferentes entre los jóvenes, con relación a un tema que en la cultura patriarcal no se concibe que sea elemento característico de los hombres, porque ellos tienen que asumir el rol asignado por la cultura como un comportamiento estereotipado. Montoya (1998) describe los atributos de masculinidad más importantes exigidos a los hombres. En nuestra sociedad latinoamericana prevalece una forma hegemónica de masculinidad que influencia profundamente la identidad de cada hombre. Estos atributos son:
La heterosexualidad obligatoria. Se espera que los hombres demuestren su hombría por un lado, a través de relaciones eróticas con las mujeres y De acuerdo a Connell (1995), citado por Montoya (1999), la masculinidad hegemónica es la forma "legítima" de ser hombre en un determinado contexto sociocultural, es decir; la que predomina y ejerce una mayor influencia en la cultura y en la vida de los hombres. Es una identidad masculina asignada por la cultura y el medio social que se presenta en formas de exigencias y prohibiciones.
Desde el modelo hegemónico la  homosexualidad es una práctica ilegitima de la masculinidad, de ahí que nazcan las  actitudes homofóbicas, y de ahí que la homofobia juegue un papel fundamental en mantener al hombre dentro de los confines de su rol adquirido (Shepard, 1997.)
     Respondiendo a la interrogante de quién es más exitoso en el deporte, fue criterio del subgrupo que ambos son exitosos en los deportes, pero consideraron los varones que hay deportes más apropiados para las mujeres y otros que lo son para los hombres, por estar ellos mejor preparados para practicarlos, por su fortaleza física, su destreza y habilidades para realizar ejercicios físicos, mientras que las muchachas son más delicadas, más débiles, estos criterios  favorecen, al género masculino en el ámbito de la actividad deportiva y refuerza las percepciones de los rasgos y atributos de unos y de otras.
    
     Analizar estas cuestiones nos lleva a plantear que existe un pensamiento estereotipado en este sentido, donde se establece una división sexista entre deportes, al considerar algunos como masculinos y otros femeninos, así como estereotipos de género en cuanto al deporte entre los jóvenes, que es necesario deconstruir poco a poco con la ayuda de todos los agentes que intervienen en la socialización del individuo.

Las muchachas sin embargo,  expresaron que ellas pueden realizar cualquier tipo de deporte y al mismo tiempo rechazaron tal división.

Tradicionalmente el mundo del ejercicio físico y del deporte ha estado asociado al    hombre, sobre todo cuando se relaciona con objetivos competitivos, y el género masculino goza en la actualidad de mayor reconocimiento y atención que el femenino en esta disciplina. El modelo de enseñanza utilizado en los centros educativos responde todavía a patrones androcéntricos; (…). (Alvariñas, Fernández & López, 2012: 120)
En el subgrupo compuesto por las jóvenes evaluamos la percepción de ellas  acerca de los roles de  género al interior del hogar, constatándose que existen cambios en sus concepciones y manera de pensar, porque son del criterio que las actividades y tareas en el hogar deben ser compartidas, sostienen que el rol del hombre como único proveedor de la familia se ha ido modificando, porque las mujeres han ganado un mayor  protagonismo  en la esfera pública al  acceder  en  igualdad  de  condiciones  que el hombre al trabajo remunerado, lo  que demuestra la existencia de roles más equitativos,  hay  una  mirada  al  reconocimiento  de  la esfera  privada, cuando refieren que los hombres deben coparticipar  en las labores  domésticas,  en el cuidado y atención de los menores, existe una visión diferente del ejercicio de la paternidad, se habla de un hombre de nuevo tipo, capaz de manifestar sus sentimientos de ternura, sin asumir lo ha que asignado la sociedad para ser hombres, transgrediendo lo que históricamente ha pautado la cultura patriarcal.

Para eliminar los viejos patrones culturales que existen todavía en la población cubana y en una parte de la juventud que participaron en el taller, se necesita desarrollar una educación no sexista desde las edades más tempranas, para preparar a niños/niñas para que su actuación futura sea de colaboración y cooperación, en esto la Revolución ha insiste mucho, donde ha jugado un papel de vanguardia la Federación de Mujeres Cubanas, a partir del desarrollo de eventos, cursos, talleres y capacitación tanto a hombres como a mujeres, para transformar viejos modos de actuación e influir en que se realice el cambio necesario.

La escuela como centro cultural más importante en la formación de las nuevas generaciones, desempeña un papel esencial en la transmisión de nuevos valores y patrones de conducta de acuerdo con las exigencias de la sociedad socialista, de conjunto con los medios de comunicación, la familia y toda la sociedad.

Conclusiones:

  • Los hallazgos de esta investigación, muestran resultados similares a los de otros estudios que se han realizado acerca del tema en cuestión, porque se constata en  una parte de la juventud que no han roto aun con los patrones culturales patriarcales, se mantienen estereotipos y concepciones tradicionales de pensar acerca de la masculinidad, derivadas del propio proceso de socialización, donde se educa a los individuos desde una cultura androcéntrica y machista.
  • Se están produciendo cambios en la percepción de los jóvenes acerca de la masculinidad hegemónica, rompiendo con estereotipos sobre el rol tradicional que las sociedades patriarcales le han asignado a los hombres.
  • La educación que desde la familia, la escuela y los medios de comunicación se  le proporciona a la juventud debe estar dirigida hacia la eliminación de las desigualdades de género, de la superioridad masculina y con ella las manifestaciones de masculinidades hegemónicas.
  • En Cuba están creadas las bases para que desde la primera infancia, los seres humanos reciban una educación no sexista, sin diferenciación alguna se prepara a las actuales y futuras generaciones para que sean hombres y mujeres nuevos/nuevas, capaces de actuar en correspondencia con las exigencias de la actual sociedad, con relaciones familiares equitativas, desprovistas de machismo y subordinación femenina,  donde prevalezca la democracia familiar y se manifieste mayor participación de todos sus miembros en las diferentes actividades. El nuevo milenio nos impone como reto la reivindicación total de las mujeres.

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* Máster en Estudios de Género, profesora e investigadora del Centro Universitario Municipal Consolación del Sur

** Máster en Ciencias de la Educación, profesora e investigadora del Centro Universitario Municipal Baracoa

*** Ingeniera en Ciencias Informáticas, profesora a tiempo parcial de Instituto Superior Politécnico José Antonio Echevarría. La Habana, especialista en informática en Corporación Gaviota.


Recibido: 07/07/2016 Aceptado: 29/11/2016 Publicado: Noviembre de 2016

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